Esta figura geométrica y abstracta destaca por su poderosa presencia visual, combinando madera y metal martillado con patrones lineales grabados.
Representa un rostro estilizado con croissant superior, orejas laterales y grabados en la parte trasera.
Se utilizaba como guardiana de reliquias ancestrales, colocada sobre cajas o cestos rituales. Su concepción influyó decisivamente en el arte occidental del siglo XX.