Esta escultura de terracota, tallada en Nigeria entre los siglos V a.C. y I d.C., muestra una estilización característica del arte africano antiguo. Su boca ancha, ojos almendrados y nariz prominente ilustran la tendencia abstracta y simbólica de la cultura Nok.
Utilizada en rituales como ofrenda, la cabeza busca sugerir más que describir los rasgos humanos.
Incluye certificado de autenticidad por termoluminiscencia.