Esculpida en un solo bloque de madera, la pieza presenta dos figuras entrelazadas, masculina y femenina, cuyos cuerpos convergen en el ombligo, símbolo de la continuidad del linaje. Los brazos se adhieren al torso, dirigiendo las manos hacia el punto umbilical, enmarcando el vínculo con los antepasados. El rostro masculino ostenta barba como signo de autoridad, mientras que el femenino luce escarificaciones rituales; ambos comparten tocados orientados hacia atrás y rasgos faciales serenos y naturalistas. La parte superior alberga un receptáculo destinado a ingredientes mágicos empleados en ceremonias.

La estatua evidencia erosión y pérdida de volumen en la zona inferior, incluyendo la base y partes de miembros, con galerías de carcoma y pequeñas fisuras. Su pátina oscura y las áreas decoloradas reflejan prolongado uso ritual y desgaste por manipulación y agentes xilófagos.

Originaria de la etnia Hemba del sudeste de la República Democrática del Congo, esta escultura corresponde al periodo comprendido entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Los kabeja, figuras janiformes, materializan el culto a los antepasados y la dualidad de género, sirviendo como instrumentos simbólicos de protección, fecundidad y cohesión del grupo, bajo la custodia ritual del jefe del clan.